miércoles, 11 de junio de 2008

No pienso asi...


Amor: una serpiente con dos cabezas que se vigilan sin cesar.
Elías Canetti


Las doce en punto. Gustavo sentía como los rayos de sol impactaban severamente ante su rostro desde hace ya bastantes minutos. No se quería levantar, no quería ni abrir los ojos. Era domingo y tenía el tiempo necesario para descansar, recomponerse, luego del gran “espectáculo” que tuvo con sus amigos ayer en la noche. De esos carretes inolvidables, para no olvidarlos a lo menos un mes. Finalmente se decidió a abrir sus ojos, mientras estiraba sus brazos y suspiraba en lo mas hondo de su ser. Su cuerpo temblaba y sentía como los rayos de sol le propinaban una sombra perfecta de si mismo en el piso. Medito un momento mirando hacia el balcón y luego se restregó los ojos, aún no olvidaba todo lo que había acontecido ayer en la noche. Y que gran noche sin duda. Río por algunos segundos con ese tono irónico que lo caracteriza. Se acerco hacia su equipo de música y sintonizó su radio favorita para ambientar lo que sería el día de hoy. Los domingos nunca son esperados por nadie, sobre todo si el cansancio agota tu cuerpo.
Mientras seguía sin poder quitarse el sueño se fue directo hacia la cocina, y de su refrigerador saco una leche en caja. En un par de segundos se había bebido la leche helada que combinado con el poco sabor a licor, que aun mantenía de la noche anterior, le daba un sabor agrio. Pero cuando quieres vencer tu sed cualquier cosa sirve, y eso lo sabía muy bien. Fue ahí cuando recién se recompuso y pudo vencer al sueño. Fue ahí cuando recordó que en pocos momentos más llegaría la Caro, su polola. Se asustó y rápidamente se dirigió hacia el baño para restregarse su rostro y para bañarse con su perfume lujoso, aquel que siempre lo sacaba de apuros. Como en esta ocasión. Sabía que no tenía tiempo para bañarse así que cogió los primeros calzoncillos y blue jeans que encontró y se los puso a la fuerza. Se detuvo un momento para contemplarse ante el espejo. Se egolatraba a si mismo, sabía que todas las mujeres caían fácilmente a sus encantos, tenía el don que muy pocos hombres poseían, era sin duda un afortunado. Termino sus meditaciones y cogió su polera con el logo de Heyneken. En un dos por tres estaba listo para recibir a su estimada polola, y esta vez iba a ser diferente pues sabía que les esperaba una ardua y profunda conversación. Las cosas no estaban nada de bien de hace tiempo, y en este día quedaron de acuerdo para tomar una determinación que quizás generaría un cambio radical en el año y medio que llevaban juntos.
Ordenó su cama para dar cuenta de que nada había pasado. De que todo seguía tan normal como siempre, aunque suene irónico. Finalmente callo rendido a la cama esperando arduamente la llega de su amada. Sabía que cuando sonara aquella puerta todo iba a sufrir un cambio y, le gustara o no, no iba a ser el más positivo de todos. Gustavo a pesar de todo parecía tranquilo, confiaba en su instinto de galán y persuasión. Creía que todo iba a seguir tan normal como antes. Poco a poco perdía la noción del tiempo y parecía que el sueño lo iba dominando, pero finalmente sonó el famoso “toc toc” que le daba cuenta de la llegada de su visita. Gustavo se puso de pie de inmediato y por inercia hecho a correr. Sin embargo, tropezó con el costado de su cama y, acto seguido, calló fuertemente en el piso. El galán adolorido rápidamente se puso de pie. Exclamó su dolor con un contundente “concha su madre” y luego le dio una patada a la cama, pero prefirió guardar silencio y no dar más importancia al feroz golpe que se había llevado. Se fue cojeando a abrir la puerta, y finalmente apareció la Caro.
- Amor, te estaba esperando- dijo él, intentando besar a su amada.
- Tuve que hacer otras cosas antes. Ya sabes, con todo esto de la universidad, no tengo tiempo para nada- replico ella, esquivando el beso.
- Me imagino.
- Olor a ese fragante perfume. ¿A que se debe la ocasión?
- La preguntita amor. Obvio que por ti, tenía que esperarte de forma decente.
- Por favor Gustavo. ¿Cuando has sido decente tu?
- Yaaa… ¿Vas a empezar con lo mismo Caro? Te lo digo en serio. Me arregle solo porque venías tú.
- A mi no me engañas, te conozco desde hace dos años Gustavo. Se que ayer estuviste bebiendo con tus amigos hasta altas horas de la noche, es cosa de verte la cara.
- ¿Yo? ¿Estas loca Caro?... Yo te dije que iba a dejar eso por ti. Amor, yo estoy cambiando, quiero que nuestra relación sea la misma que antes- dijo él cogiendo la mano de su amada.
- Así que estas cambiando por mi… ¿De hace cuanto? - replicó riendo irónicamente.
- Desde que lo nuestro no ha andado bien.
- Se sincero por favor.
- Estoy siendo sincero. ¡Te lo juro Caro!.
- Se nota que no cambias Gustavo. Vas a seguir siendo el mismo de siempre.
- Hasta cuando te tengo que repetir que no te estoy mintiendo- le dijo él acercándose hacia su amada.
- ¡Córrete!
- Pero amor…
- No me vengas con tus historias repetitivas. Me se tus mentiras de memoria, y esto realmente no puede seguir así.
- Pero rehagamos lo nuestro, si ambos ponemos empeño yo creo que…
- ¿Qué crees?
- Quizás todo esto tenga solución. Tanto tiempo llevamos. No vale la pena acabar con esta relación tan linda.
- Pero tú te lo has buscado.
- Lo sé amor.
- Lo sabes, y mejor que nadie. Yo siempre intente que las cosas resultaran de la mejor forma posible- replicó ella mirándolo fijamente a lo ojos.
- Perdóname Caro. Dame una oportunidad por favor, te lo suplico.
- ¿No te da vergüenza? ¡Mírate por favor!
- No te entiendo. ¿Cuantas veces me dijiste que me amabas y ahora me vienes con esto?- dijo él con un par de lágrimas que brotaban de sus ojos.
- Ya no eres el mismo de antes Gustavo. Yo no me presto para el servicio de nadie. Ahora tu busca entre medio de tus “amiguitas” y vete a pasarlo bien con ellas.
- Caro, tu eres la única mujer a la que quiero. Tu eres mi cielo, mi razón de ser, mi todo…
- ¡Uhhh! Discurso repetitivo… Abúrrete por favor.
- ¿Qué hago para que me perdones? -preguntó restregándose sus lágrimas.
- Nada. Esto ya se acabo y punto.
- No puede ser. ¡No! - replicó sollozante.
- Sí, y espero que entiendas que nada va a hacer cambiar de decisión.
- Te amo Caro.
- A veces me das vergüenza- dijo ella mirando en tono despectivo a Gustavo.
- Dame un beso por favor - replicó él con los ojos enrojecidos.
- ¿Acaso no entiendes? ¡Fin! Lo nuestro ya no sigue.
- Por favor dame un beso. Es lo último que te pido.
- Tu estas loco Gustavo. Cada vez más loco.
- Loco de amor por ti Caro.
- Por favor Gus…
Gustavo la interrumpió y la abrazo fuertemente sintiendo el aroma de su cabello rojizo, exhalaba aquel aroma de mujer fuerte, llamativa, inteligente. Aquel aroma que llevaba impregnado en sus narices por dos años. Carolina cerraba los ojos, aun lo quería y lo tenía muy claro, pero esto no podía seguir así. Era tiempo de que el galán perdiera aquello más preciado que había ganado en este último tiempo. Gustavo pensaba y recordaba cada uno de los momentos que había vivido con Carolina, sus tantas anécdotas e historias que jamás se borrarían de su mente. Sus placeres sexuales que muchas veces a ambos los hicieron delirar. Él sabía que esto iba a ocurrir, pero no tan luego. No, sin duda que no era un final feliz. Comenzaba a correr lentamente su rostro buscando aquellos labios dorados que siempre lo hacían caer derrotado. Los sentía cerca, muy cerca, cada vez más cerca, pero se llevo nada más que una plena cachetada en el rostro.
- Te lo mereces por huevón - le grito ella.
Gustavo la intento detener, pero ya era muy tarde. Ella simplemente se marcho y dio aquel portazo que resonó en la casa como un sonido impotente, impaciente. Gustavo se tapo el rostro y se fue directo a su pieza, le dio una patada a su cama cobrando venganza de su hazaña anterior, y luego se lanzo a las sabanas cerrando los ojos. Era una pena verlo en ese estado, sin duda que daba mucha pena. Pero Gustavo no estaba llorando. Sorpresivamente estaba muerto de la risa. Reía nerviosamente, y algunas lágrimas brotaban de sus mejillas. Parecía raro, pero eso le gustaba, lo hacía sentir más fuerte, más galán. Más ególatra. Gustavo se puso de pie y miro hacia el balcón, a lo lejos estaba Carolina, los rayos impactaban directo sobre su pelo rojizo, ella caminaba a paso lento, le vio sacar un pañuelo con el que se restregó su cara. Sin duda que estaba llorando. Se detuvo un momento y giró para mirar hacia el edificio, para mirar directo hacia el departamento de Gustavo. Sería la última vez que observaría aquel famoso lugar donde vivió cosas que jamás había vivido en su vida. Aquel lugar donde por fin se había hecho mujer. Gustavo sintió ganas de levantarle los dedos del medio y replicarle que se fuera lejos de su vista, pero se contuvo y simplemente río irónicamente. Esa puta risa que lo viene caracterizando desde su nacimiento.
Era un hecho, la noche anterior había cagado a Carolina con otra muchacha, como lo había hecho tantas otras noches. Pero precisamente esa misma muchacha lo estaba llamando en estos instantes. Gustavo observo su celular impaciente, y este decía con la pantalla iluminada “Mi loquita”. Gustavo sonrío y contestó.
- Hola amorcito. ¿Cómo esta amor?- preguntó de inmediato.
- Mejor que nunca mi precioso. Increíble lo de ayer.
- Ya sabes amorcito. Ahora soy solo suyo y de nadie más.
- Entonces a la noche supongo que saldremos a carretear. ¿Mínimo, no crees?
- Obvio que si. Yo te paso a buscar. ¿Vale?
- Vale. Te estaré esperando guapetón.
- No puedo dejar de pensar en ti mi loquita. Te quiero demasiado.
- Yo igual. Yaaa… se me va a acabar la plata.
- Nos vemos a la noche entonces.
- Chao
- Adiós guagüita.
Gustavo cortó, con la sonrisa plasmada en su rostro, su cuerpo zigzagueó un momento y lanzó su celular a la cama lanzando un pequeño grito de ego hacia si mismo. Se miro al espejo mientras posaba y se olvidó por completo de todo lo que había pasado hace algunos momentos. Que irónico. Pero que más da, si la vida sigue igual, y nadie puede negar que el tipo es un gran hijo de puta.


My Sacrifice Inmortal

domingo, 11 de mayo de 2008

¡Adiós… adiós… adiós!


¿Debo hablar o callar?
Y en ese momento el viento golpeaba nuestras cabezas
Si, el frío me calcinaba los huesos
Pero el solo hecho de tenerte a mi lado me hacía inmortal
Y mi rostro simplemente encontraba un punto de equilibrio
Era el ideal de alcanzar la nada,
O quizás perderlo todo, obtenerlo todo,
¿Y que iba a conseguir?
Un par de palabras que harían que mirara hacia el piso,
Y luego agachar mi cabeza como un simple perdedor
Adiós viento… adiós frío… adiós tú.

Alguna vez tendría que perder, no todo es duradero,
Y quizás me duele, demasiado y tan excesivamente,
Es perder ese foco inalcanzable, esa inminencia eterna
Turbinas arrasaban con todo aquello que encontraba a su paso,
Mientras un leve abrazo nos mantenía por unos segundos unidos,
Por solo un par de segundos porque nada es eterno,
Ni siquiera tus labios los podría obtener en ese entonces,
No sabía que pensar… que callar… que hacer
Era tiempo de dar paso firme a algo que no lo esperaba,
Una combustión espontánea para dejar todo atrás,
Adiós abrazo… adiós besos… adiós tú.

“Las palabras se las lleva el viento”
¡Ja! Suena lindo, me lo habías dicho hace un momento,
Y nada de mentira tiene aquella puta frase,
Medite un momento, no sabía si reír o llorar,
Y como conclusión solo llegue a la nada, como siempre
Pero era cierto, las palabras matan y asesinan,
Y te hacen beber uno de los tragos más amargos de la agonía,
Aquel trago que con besarte te quema la lengua,
Y quizás lo encuentres gracioso mi bella durmiente,
Pero de ese trago me diste de beber,
Gracias, me hiciste delirar y caer en el hueco sin callejón,
Adiós palabras… adiós delirio… adiós tú.

Me preguntan por mi estado, si acaso me encuentro bien,
Todo indica que el misterio perdió su esencia,
Es un hecho, lo más preciado se perdió, se esfumó y se fue,
Y mientras alzo mi rostro decaído río como si nada pasa,
Risa angustiosa, holocausto que me asesina,
Disparos al viento que ya no tienen un objetivo común,
Y luego liquidan con un solo objetivo,
En fin… es hora de terminar,
Inyéctame la dosis para terminar de raíz con esto,
Y así acabemos con el famoso misterio de develar la nada,
Así duermo junto a un sueño inalcanzable,
Donde espero que tú no aparezcas.
Adiós misterio… adiós esencia… adiós tú.

Ahora no te diré nada,
Creo que todo esta dicho, y tú lo sabes,
Curarme de esta loca apatía no depende de mí,
Tan solo un par de cigarros para envenenar el alma,
Y para divagar sin sentido alguno,
Tan solo para calmar aquellos nervios que me congestionan,
Nadie me lo prohíbe, tu menos,
Luego iré a lanzarme al vació y encontraré una respuesta,
Esperaré por un momento, ya lo sabes,
Pero antes quiero ir a descansar,
Así que hablamos más tarde, ¿te parece?
Adiós.


My Sacrifice Inmortal

viernes, 29 de febrero de 2008

¡No me dejes morir!


"El tiempo es demasiado lento para los que esperan, demasiado rápido para los que temen, demasiado largo para los que lamentan, demasiado corto para los que celebran. Pero para los que aman, el tiempo es la eternidad"


Henry Van Dyke


Él simplemente se dirigió hacia un bar para calmar (mejor dicho para extinguir) las penas. Deseaba olvidarlo absolutamente todo con un trago amargo de la agonía, que supuestamente le sacaría de su mente a aquella muchacha con la que llevaba unos 6 años y unos cuantos meses de compromiso. No era poco, era lo suficiente como para dar un paso responsable hacia el matrimonio. Más todavía si se conocían desde que eran pequeños, viviendo penas y alegrías, conociendo los placeres de la vida, siendo aceptados por el círculo de amigos y familiares. Nadie entendía lo que había pasado en este radiante 14 de Febrero, este día que para muchos abre una ventana de esperanzas para el porvenir, para ellos simplemente les cerro la puerta en la cara para luego escupirles un sonido tembloroso que no volvería jamás. ¿Jamás?... eso era lo que a ambos les calcinaba el alma, eso era lo que provocaba la fría tempestad llamada soledad. Ella estaba en su casa sola, llorando en un rincón con el celular en su mano derecha, lo observaba de vez en cuando y pensaba en llamar a alguna amiga para que le pudiera levantar el ánimo, pero se arrepentía y derramaba más y más lagrimas intentando encontrar alguna respuesta a lo que había sucedido; pero cada respuesta le aumentaba sus ansias de desvanecerse en el piso esperando que el tiempo vistiera de negro su cuerpo opaco. Era todo tan triste en este día que era mejor mandarse a cambiar al famoso “patio de los callados”. Sí, aunque suene raro, era un terreno desconocido, pero mucho más esperanzador que la puta vida en la que se encontraban inmersos.
Luego de tomar de unas cuantas copas pagó la cuenta y se dirigió hacia cualquier parte, caminó unos cuantos minutos para encontrar el lugar que buscaba, y en un momento detuvo su incesante paso, observo a su alrededor y ahí se encontró con aquella plaza solitaria. Aquel era su lugar esperado. No había casi nadie por tanto no dudo en sentarse en una banca mientras buscaba un cigarrillo en sus blue jeans. Miraba hacia todas partes pues se sentía observado… era un hecho que no encontró a nadie. Ella no estaría en aquella plaza, ella seguramente se habría olvidado rápidamente de él y ahora estaría con otro hombre devorando su cuerpo -pensaba-. Intento encender el cigarrillo, pero a penas emergió la llama dorada se largo a llorar intermitentemente. Y esas mismas lágrimas fueron las que apagaron la llama de fuego. No podía aguantarse el remordimiento… era tanto el amor que aún sentía hacia ella que el solo hecho de no poseerla le hacía caer en una pena incurable, en un mundo donde todo es llanto y agonía.
- ¿Le pasa algo amigo? -le dijo un tipo de su misma edad cuyos ojos verdes delataban una pequeña tristeza-.
- Es 14 de Febrero. ¿Debería estar triste por algo? - lo dijo con un tono irónico mientras golpeaba la banca con su puño lentamente-.
- ¿Por qué no? -le preguntó mientras se sentaba en la banca dándole una palmada en el hombro-.
- Porque por lo general en este día el mundo se tiñe de colores alegres. Basta con que mires hacia tu alrededor. Todos los hijos de puta disfrutan de las relaciones como si fueran interminables. Como si fuera casamiento la huevada.
- ¿Y que hay de ti? ¿Por qué tienes tanta ira?
- ¿Por qué te interesa saber lo que me pasa? Tu no me conoces, yo tampoco. Sería inútil que te contara todo aquello que me ha ocurrido en este último tiempo.
- Necesitas meditar solo por lo que veo. No te molesto más entonces - le dijo levantándose de la banca para marcharse-.
- ¡No! Si quieres quédate, mientras más solo estoy más me marchito. Es importante que alguien se preocupe por ti.
- Bueno, yo estoy igual que tú por si te interesa saberlo.
- ¿Si?
- Una relación que era mejor acabarla de raíz porque al final me termine enamorando y pudriendo. ¿Supongo que no solo me pasa a mí? Intento olvidarla y me es imposible, no la puedo sacar de mi cabeza. Así es la ley de la vida, día a día crece mi deseo por obtenerla.
- ¿Un cigarro compadre? - le dice mientras le pasa la cajetilla de cigarros-.
- Vale socio.
- Lo que es yo termine mi relación hoy, quizás por algunos niñerías y estupideces, pero al fin de cuentas son armas letales que terminan por arruinar y estancar el amor.
- ¿Y que pasa contigo?
- Me termino por destrozar. Me enamore de ella y ahora mírame.
Una conversación que duro aproximadamente dos horas y que termino con un charco de lágrimas en el piso. Ambos estaban completamente desganados y destrozados, sus corazones estaban rotos de tanto amor indeseado.
Él se levanto y se dirigió a bailar, era la primera vez que se atrevía a salir de la rutina pues el baile no era su pasión. Lo odiaba con todo su corazón, al igual que su amada. Ese era el método que de seguro lo haría recapacitar y le sacaría de su mente a su triste amada, de la cual ya no tenía más noticias -pensaba una y otra vez-. Entro a la pista de baile y al poco tiempo noto que estaba haciendo el ridículo. Las parejas de enamorados bailaban apasionadamente, mientras él bailaba solo esperando que alguna muchacha se acercara y le levantara aquella pesada angustia que debía acarrear este amargo 14 de febrero. Dejo de bailar y pensó en marcharse, pero no podía desprestigiar los dos mil pesos que costaba la entrada, por tanto fue hacia un sillón y se estiro boca arriba observando una leve telaraña que había en el techo. Intentaba pensar en nada, pero era inevitable que la mirada de su amada invadiera su pensamiento. Ya no lloraba, ya no quería llorar y no lo haría. Perdió la noción del tiempo y no quiso saber nada más del mundo, lo cual no le fue posible. La animadora gritaba y animaba esta fiesta de los enamorados con un entusiasmo notorio, lo cual le impidió tener un sueño demasiado cómodo a aquel muchacho que pasaba totalmente desapercibido en medio de la muchedumbre. Obligado a observar como las parejas de enamorados disfrutaban su día, y él simplemente debía soportar la excesiva soledad.
Ya es de noche, hace frío, y ha observado el show como un mero espectador durante largas horas. Se arregla su chaqueta y saca un cigarro de sus blue jeans dispuesto a marcharse. Camina mirando el piso, observa las zapatillas, los vestidos, los pantalones de los distintos personajes que conforman esta animosa fiesta… ¡alto! Hay unos zapatos que los reconoce muy bien, el perfume lo percibe, su atuendo también lo ha visto antes. Sus corazón late muy fuerte, sus ojos emergen una pequeña lagrima… es ella, es su amada. Ella sintió esa misma sensación porque observa hacia el piso forjando una imagen en su mente. Voltea lentamente para observarla, ella también lo hace. Se miran, se observan, cierran los ojos, ambos lloran, ambos se enamoran de las pupilas, sus corazones vibran… y él intenta abrazarla, tocarla, mientras le susurra al oído: “No puedo vivir sin ti, no me dejes morir por favor”. Ella cierra los ojos mientras siente el apretado abrazo de su amado que no la quiere dejar ir por nada del mundo. Es un momento placentero... ¿Cómo se pudieron encontrar en este lugar si ambos odiaban el baile?, ¿el destino los quería juntos?... “Cierra los ojos amor y no me sueltes” le dice su amada llorando amargadamente.
Esa noche fue inolvidable, ese 14 de febrero también lo fue. Ese amor impagable los trato como condenados, pero les dio el consuelo en el preludio.


My Sacrifice Inmortal

miércoles, 30 de enero de 2008

El fin trae sus recompensas


Hay veces en que el hecho de ser un introvertido te puede matar, asesinar, te puede enterrar un cuchillo oxidado sin siquiera pedir permiso y sin pedir perdón. Y ese fue el hecho que me ocurrió, de la forma más certera me impactó, pero sinceramente creo que actué de la forma correcta, aunque mis actos, luego, debieron rendir cuentas, cuyas consecuencias no fueron del todo agradables hasta el día de hoy. Y pensar que lo hice por el bien de mi “amigo”, lo hice solo para que sintiera que yo me preocupaba de él, de su relación con sus padres; que se diera cuenta que a su lado tenía un ser hecho y derecho, alguien maduro.
Conocí al Julio en el colegio, aproximadamente cuando íbamos en 1ero medio (cuando los amores te dan vuelta vertiginosamente en tu cabeza, y es imposible derrocarlos), ambos éramos muy distintos en todo sentido, pero varías cosas teníamos en común: no teníamos amigos, no hacíamos nada productivo, pocas veces íbamos a fiestas, pensábamos todo el día en amores imposibles de concretar. Nos conocimos simplemente porque necesitábamos compañía, ambos necesitábamos un amigo, y no lo encontrábamos. El colegio en realidad siempre fue sesgado en ese aspecto, nadie iba a ser sociable, todos iban a desarrollar talentos intelectuales que a futuro los harían formar parte de una prestigiosa universidad. Eran unos verdaderos “lerdos, nerds, mateos” que no tenían vida alguna, y que en su casa eran obligados a rendir fructíferamente. Pero con el Julio no teníamos aspiraciones grandes, nunca fuimos estudiosos, salvábamos los ramos copiando y haciendo los famosos torpedos; nosotros queríamos estudiar -eso es verdad-, pero en universidades privadas (si al fin de cuentas igual encontraríamos trabajo, mantendríamos una familia de forma estable, igual triunfaríamos en la vida -creo-). Con el Julio comenzamos a ir comúnmente al cine a ver cualquier cosa, la idea era evadir la rutina diaria, la cual consistía en llegar al hogar, ver televisión (mierdas juveniles), ocupar el Internet, pelear con los viejos, comer, dormir. Los tiempos cambiaron con el Julio; no obstante yo jamás lo veía como un amigo, de hecho nunca pensé que seriamos amigos, lo encontraba un tipo sin gracia alguna, pero luego me di cuenta de que las apariencias siempre engañan.
Un día fui con él y su viejo al cine (en realidad no se porque el tío decidió ir con nosotros), que sinceramente me odiaba y no me toleraba debido a mi característica indisoluble: mi extremada introvertidad en temas que no son de mi competencia. Llegamos al cine para disponernos a ver una película terrorífica que era el boom del verano, ni me acuerdo como se llamaba, pero durante toda la película estuve más preocupado del padre de Julio que de mi mismo. Y fue porque lo vi un tanto preocupado, revisando y explorando su celular cada cinco minutos, como si deseara ocultarnos algo, como si algo se trajera entre manos y nosotros éramos los cómplices. En un momento se percato de que lo estaba observando, y no despegue mis ojos de encima, pues no me atemorizaba en lo más mínimo, hasta que me respondió de la forma más certera: "que wea miras pendejo de mierda". En ese momento preferí seguir viendo la película pues lo note bastante enojado, y sumándole a esto la mala relación que el tenía hacía mi cualquier cosa podía hacer. Pero por más que intentaba concéntrame en el filme no podía: el asunto del padre de Julio me tenía un tanto preocupado, a pesar de que no me incumbía, de hecho lo hacía por metiche, nada más (¿tan aburrido estaba?). Y definitivamente había un plan de por medio, pues en un momento X el padre de Julio se levanto de su asiento como si nada y se dirigió rampa arriba de las escalinatas, yo lo seguí con mi mirada; Julio estaba tan atento de la película que ni siquiera se dio cuenta. El tío llego a la puerta de salida y vi que se le acercó una muchacha con unos bustos extremadamente grandes, su pelo era rubio y lo tenía largo; levemente me fije que la chica le mordió la oreja y luego le agarro el paquete.
- Julio, ¡huevón! Tu viejo esta engañando a tu vieja.
- Déjate de hablar huevadas y déjame ver la película.
- Huevón no te miento, lo acabo de ver con otra mujer en la misma puerta de salida. Los cara dura se juntaron en este mismo cine. Reacciona huevón, has algo por tu madre.
- ¿Que mierda te importa mi familia a ti?
- Me preocupo por tu vieja porque se que no esta en buenos momentos, y tu viejo creyéndose el santo patrón hace lo que se le da la gana.
- Mira huevón -me dijo mientras me agarraba enfurecido de mi polera-, yo no se que mierda te bajo ahora por intrometerte en temas de mi familia, pero si me sigues hueveando te reviento la cara ahora mismo.
Me molesto la actitud de Julio, me levante del asiento y le dije que iba a ir a inspeccionar, y que si deseaba me seguía; el Julio tomo un cierto grado de conciencia, creo, y decidió seguirme mientras giraba su mirada hacia la película que estaba en pleno climax al parecer. Una vez que salimos apresuramos el paso para encontrar al padre; la ciudad estaba rodeada de tantos automóviles que ni siquiera recordábamos cual era el nuestro. Julio por supuesto estaba con todo el odio encima mío y me amenazaba diciendo que si no encontrábamos a su padre el iba a ser capaz de golpearme hasta dejarme totalmente descuartizado, obviamente no me preocupe de esas fugaces palabras que muy poco de verdad poseían. Tanto observamos hasta que fuimos a dar con el famoso auto que se encontraba con todas las luces encendidas, con la música a todo volumen y con el padre de Julio junto a otra muchacha, a solo un paso de tener relaciones sexuales, solo bastaba con ver la cara que emanaba del rostro de la mujer para darse cuenta que esto iba a llegar al punto candente que yo por supuesto, no quería que sucediese.
- Te lo dije huevon -le decía al Julio mientras este intentaba disimular lo que veía mirando hacia cualquier lado-.
- Viejo de mierda, esta si que no se la perdono.
- ¿Y que vas a hacer? ¿Te vas a quedar ahí parado mientras tu viejo se caga a tu vieja?
- No se que hacer.
- OK. Entonces yo voy por ti.
Esa fue la peor decisión que pude haber tomado en toda mi vida, me dirigí hacia el automóvil junto al Julio (yo creo que estaba mucho más molesto que el Julio), pero sorpresivamente alguien venía caminando a paso lento directamente hacia nosotros, era la mismísima madre de Julio que al parecer aun no se daba cuenta de la sorpresita que su marido le tenía preparada. El padre de Julio se percato de inmediato y no sabía que hacer ante semejante situación, estaba tan desesperado que incluso pensó en hacer andar el auto a toda velocidad, pero me detuve frente a este como todo un delincuente e impedí aquello. La mujer que gritaba de nervios simplemente abrió la puerta de su costado para arrancar verazmente. En ese momento se encontraba la “familia feliz” y yo.
- ¿Ya terminó la película? - pregunto el padre de Julio haciéndose el desentendido.
- Si, acaba de terminar. Buenísima - contesto Julio mintiendo-.
- Pues bien, entonces sería bueno que nos fuéramos de acá.
- A ver, perdón tío, pero creo que nosotros no somos tan estúpidos e ignorantes para darnos cuenta de aquello que estaba haciendo con la señorita que acaba de arrancar.
- ¿Nos vamos? - respondió el padre intentando disimularlo todo-.
- Tío porque no deja de mentirle a su propia familia y les da una explicación.
- ¿Qué mierda te importa a vos pendejo de mierda?
- Tío se lo digo con todo respeto…
- Callate huevón, o sino me harás emputecer.
- Tía, yo se que a usted le encantaría saber que fue lo que hizo su marido a altas horas de la noche con aquella señori…
Paaaaaaaaaaffffff!!! Mejor ni contar lo que me ocurrió en aquel momento, pero sentí como aquel puño del padre de Julio llegaba de lleno a mis narices, y luego me encontraba en el piso inconciente y con manchas de sangre que vagaban de mi nariz hacia el resto de mi cuerpo. Me intente poner de pie y el padre de Julio me repartió una nueva dosis de golpes, pero esta vez me agarró por la polera y me azoto de espaldas contra el parabrisas del auto, el cual se hizo trizas (dos pájaros de un tiro: parabrisas y yo). De ahí no supe nada más del mundo, no reaccione más hasta que me encontraba adivinen donde, en el mismísimo hospital con curaciones en mi nuca y en mi espalda. Estaba hecho mierda y mis padres estaban molestos con la familia de Julio, incluso me prohibieron seguir teniendo relación alguna con mi amigo (aunque ello no iba a ser necesario). Es un hecho que el padre de Julio tuvo que poner dinero de su bolsillo para pagar todo el daño provocado, y gracias a Dios no presentamos una denuncia hacia su persona porque el final podría haber llegado a extravagantes extremos. De todas formas eso no quita que el viejo siga siendo un gran hijo de puta.
Al Julio no lo volví a ver más luego de mucho tiempo, la última vez que me encontré con él fue justamente en un cine; iba saliendo del cine junto a mi chica, (con la cual solo llevaba dos meses y medio) cuando choco contra un tipo de mi mismo porte, con algunas espinillas en la cara y con su típica melena que lo caracteriza, supe de inmediato que era él. En un momento una chica se le acercó y le agarro su mano, estábamos ambos ex amigos junto a nuestras pololas, aquellas mujeres que siempre deseábamos tener, mirándonos fijamente. Eso de alguna forma era genial, nunca habíamos tenido mucha suerte en el amor, esta vez si la teníamos.
- ¡Huevón. Tanto puto tiempo! -me dijo Julio dándome un abrazo-.
- Sin duda compadre, puta que estas cambiado. Quién lo iba a decir cuando hace solo un par de años éramos unos verdaderos pollos.
- ¿Aún te acuerdas de la cagada que se mando mi padre?
- Jajaja. Eso es inolvidable Julio, esa huevada jamás la podré abandonar de mi cabeza. La peor paliza de mi vida.
- Bueno, ya no tienes de que preocuparte porque el viejo se fue lejos del mundo el mismo día en que tuvimos problemas contigo. De él no he sabido nada más.
- No ves, todas las cosas ocurren para mejor.
- Si, pero olvidémonos de ese viejo concha su madre.
- Ohh, discúlpame. Carolina, el es Julio. Julio, ella es Carolina.
- Un gusto. Ahora me toca a mí. Cata, el es Carlos. Carlos, ella es Catalina.
- Un gusto igualmente. ¿Todos estamos pololeando por lo que veo?
- Sí - fue una respuesta prácticamente colectiva e instantánea-.
- ¿Y que hacemos parados afuera de este cine? Porque no vamos a pasarlo bien y a olvidar los tiempos pasados.
- Perfecto. Los invito a todos a tomar lo que deseen, yo me rajo.
- Si tú lo dices, así será huevón, pero la cuenta te va a salir salada.
- Jaja. Eso es lo de menos.
- ¿Entonces vamos?
- Vamos.


My Sacrifice Inmortal

jueves, 17 de enero de 2008

Promesas extinguidas


Es real, soy de aquellos tipos que todo lo olvidan o, que mejor dicho, olvidan todo antes de tiempo, quizás por conveniencia. Todo ocurrió en el momento más propicio: cuando uno le hace dibujos de la familia a la madre, cuando iba al jardín y lloraba al no sentir la compañía de ella y cuando le prometes que cuando grandes serás su esposa, cosa que te sacan en cara toda la vida.
Todos los domingos iba al parque con ella, era el día más ansiado de toda la semana, aquel que esperas una eternidad para que llegue con tal de sentirte como todo un ser realizado porque es la moda del verano (tus amigos lo comentan durante toda la semana en el jardín), debes estar ahí: viviendo, gozando, disfrutando. Era pequeño, y soñaba con ser un futuro competidor de la formula 1, alzar mis brazos con un trofeo de oro y sentir los aplausos de todo el mundo entero; mi madre me daba en el gusto y arrendaba uno de los autitos a carreras que me hacían sentir como todo un “Schumacher”. Desde ahí todo era un verdadero sueño porque yo miraba hacia el paraíso mientras aceleraba verazmente y comenzaba a andar por los alrededores del porque, podía percibir las miradas ajenas que centraban sus ojos en mi capacidad automovilística, nadie me detenía, era libre y las niñas pequeñas me lanzaban algunos besos cuando pasaba por su lado. Era una estrella de rock, eso era bueno porque me hacia pensar en grande. Mi madre aprovechaba el momento cortando aquellas flores que posteriormente decoraba en nuestro hogar, o conversaba con amigas y no despegaba la vista de mi automóvil que llenaba de vida todo ese parque, gracias a mí se podía sentir un ambiente grato y acogedor. Eran tantas las vueltas que daba por ese sector, eran tantas las tardes que me devoraba creyéndome una verdadera estrella, pero no me cansaba, no me aburría. Para nada, era el momento más feliz de mi infancia el solo hecho de estar sentado en aquel autito. Pero la vida transcurre, evoluciona y se transfiere indisolublemente; los gustos cambian, tu madre deja de ser madre, ahora se posiciona como una vieja; el autito ya no es la moda, ahora el gusto es tener al lado a una polola; pasaron los tiempos alegres, se comienza a vivir la melancolía. Tanto tiempo transcurre que el solo hecho de mirar hacia el pasado me distorsiona la realidad.
Más de 15 año después de lo vivido hace algunos años atrás, me encontraba en Santiago, donde vivía otra vida, sin casa, sin familia y con muy pocos verdaderos amigos, cuando pasaba en las noches solo en un famoso cine o teatro, o visitando algunos lugares exóticos con aquella muchacha que cambio mi perspectiva de vida, o simplemente deambulando en un bar junto a una helada cerveza, llegue a la casa de mis abuelos, era una reunión familiar (de las pocas que realiza la familia en el transcurso del año), estaban absolutamente todos los primos, tíos, parientes, era una verdadera manada de termitas invadiendo el hogar. Esa situación me incomoda, me siento sofocado por todo el mundo (suena irónico, pero mi propia familia siento que me asesina y me hace cada vez más débil). A nadie le impacto mi presencia, no me pareció extraño - ya estaba acostumbrado-, nadie daba un peso por tenerme en dicho lugar; de hecho creo que nadie noto que había llegado un tanto alcoholizado tras beber unas copas con un par de amigos. En su dormitorio estaba mi madre esperándome, fue al primer lugar al cual me dirigí, sin siquiera saludar a ningún pariente.
- Hueles a alcohol - me dijo-. No me digas que ahora esa es tu manía.
- No -le dije-. Solo lo hago por deambular mis penas. No soy como tu.
Mi madre toma mucho, demasiado, excesivamente. Hay veces en que la he sorprendido bebiendo a altas horas de la noche; no es una mujer feliz, ha tenido que pasar por momentos difíciles a lo largo de su vida. Comúnmente disimula su aliento alcoholizado con mentitas, de hecho siempre trae una consigo en sus bolsillos.
- A mi no me gustaría verte como yo, yo te críe para cumplir proyectos.
Estaba incomodo en dicho lugar, no quería estar con mi familia -a excepción de mi madre, y quizás mis abuelos-. Esperar a que todos me preguntasen sobre mis proyectos, mis ambiciones, sobre mi vida, y yo solo debía limitar a decirles que tengo proyectos en mente, pero ninguno concretable. La típica excusa barata que ya todos me la conocen de memoria, por tanto ya no es novedad para nadie el hecho de repetir esas palabras textualmente. Me daban ganas de llorar y de pedirle el consuelo a mi madre, aquella mujer que siempre ha estado a mi lado. Me sentía tan devastado por todo, necesitaba apoyo moral.
- ¿Te acuerdas de que cuando pequeño deseabas casarte conmigo?
- No -le mentí.
- No te creo. O acaso no recuerdas que cuando pequeño decías que yo sería tu mujer ideal y me regalarías las más hermosas flores todos los días. También aducías que me mantendrías y que serías el sustento de todo el hogar.
Mi madre agacho la mirada, y cuando levemente levanto sus parpados sus ojos delataron una pequeña gotita de llanto. Estaba envuelta en melancolía, pero intentaba esconder su tristeza con una leve sonrisa, lo cual solo provocaba que aumentaran sus ansias de llorar. Note que sabía lo que estaba pensando, y lo que iba a decir, por tanto me avergoncé.
- Mamá, era chico.
Luego de decir esas palabras mi alma estallaba en llanto, yo solo desvié la mirada de las pupilas de mi madre. No deseaba llorar, menos en esta ocasión.
- Ahora ya no me llamas. Ya no me avisas donde estas, ni a que horas llegas.
La miré un tanto afligido: ya no era aquella mujer que me llevaba al parque para disfrutar de los autitos de carreras. Ya no delataba esa sonrisa inocente, estaba sumida en la tristeza igual que yo. ¿Por qué había querido casarme con ella? ¿Por qué la olvide y la saque de mi mente? ¿Por qué no la valoro?
- Mamá tu tampoco me llamas.
- No es lo mismo hijo - me respondió mirándome fijamente con sus ojos enrojecido.
- Claro que no. Es lógico, yo ya soy un adolescente y no soy aquel chico que disfrutaba en el parque y era amado por todas las chicas. Lo lógico es que me comporte como los tipos de mi edad.
- No te pido eso. Solo deseo que seas auténtico.
Se acerco levemente a una cajita muy minúscula y lujosa que tenía sobre su estante, de ella saco un cigarro y lo comenzó a fumar de inmediato, mientras me miraba fijamente a los ojos. Sus ojos se estaban reconfortando, los míos igual; eso me calmaba, me dejaba respirar por un momento.
- Tu chica.
- ¿Qué pasa con ella?
- ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Qué hace?
- Se llama Carolina Twist; la conoces.
Mi mamá cambio su mirada repentinamente. Por la postura que adopto dio la percepción de que nada de bueno iba a decir; al parecer mi respuesta la pillo de imprevisto. Se tomo su tiempo mientras soltaba el humo del cigarrillo.
- Si, la conozco. Más de lo que piensas, incluso.
- Que bueno saberlo.
- Ha cambiado mucho esa chica; una pena.
- Nosotros también hemos cambiado mamá. La familia ha cambiado, todo ha cambiado; una pena.
- Si, todo este tiempo ha sido una pena. Han cambiado tanto los tiempos hijo, los proyectos se pudrieron y no volvieron nunca más. ¿Qué nos paso? ¿Cuál fue el error que nos hizo llegar hasta esto?
Volvió la agonía y sentí aquellas ganas que sentía cuando pequeño, de abrazar a mi madre y darle muchos besos, de contarle todo aquello que me sentía y que me pasaba, pero me arrepentí. Ella sintió el deseo de acariciarme, pero decidió sacar otro cigarrillo de su cajita lujosa.
- ¿Y que ha sido de él?
- Esta de viaje -me dijo-. Realizando un par de negocios.
- ¿Cuándo se fue?
- Ayer.

My Sacrifice Inmortal

viernes, 28 de diciembre de 2007

Cerremos la página... y miremos hacia el futuro


A finales de año a la sociedad le baja la famosa locura de hacer una especie de retrospección… flashback… llámenle como quieran. Yo también me adhiero a este “proceso colectivo” y haré mi propia evalución anual porque creo que es necesario indagar tanto en mi pasado como en el futuro que se avecina… Esta vez no les relatare una historia, ni los deleitare con un poema, en esta ocasión me centrare en mi vida personal a lo largo del año 2007, y mis proyecciones hacia el 2008.
Es increíble como ha pasado el tiempo. Pensar que solo ayer estaba iniciando mi año escolar y ahora se acerca el término de una etapa, el fin de una página y el inicio de otra (cargada de proyectos, metas, ilusiones, responsabilidades). He pasado por un proceso no muy significativo este año, pero siempre con alguna meta que cumplir o algún ideal que realizar, ¿se cumplieron?... creo que sí; me siento satisfecho con lo realizado, pero como siempre lo he dicho: “yo puedo rendir más, soy capaz de más”. El problema consiste en proyectarme en el futuro porque el próximo año se viene mucho más compromisorio, con hartas metas que cumplir. El solo hecho de proyectarme hace que se me pongan la piel de gallina. Creo que para muchos no es una novedad lo que me tiene preocupado, es un hecho, y no me pasa solo a mi, sino a varios jóvenes que se sienten presionados, asfixiados, sofocados, sin energías; es la famosa arma letal llamada PSU! Si, esa prueba que para muchos es un simple dolor de cabeza pues para mí también lo es. De partida define mi futuro, y mis aspiraciones laborales son grandes, magnánimas,… no aspiro a ser un fracasado en esta sociedad, de hecho nadie aspira a ello. Pero algunas veces hay que equiparar realidad con la aspiración, y ahí caemos en la inseguridad (y ese es mi caso particular). Es bonito pensar en una famosa universidad donde desarrolles tus capacidades, proyectos y ambiciones… pero eso no se logra de la nada, debe haber un trabajo sistemático y sacrificado para alcanzar semejante ideal. No basta con sentirse orgulloso con tus resultados académicos, aunque sean increíbles en comparación con el curso, si ni siquiera superan al último puntaje que ingreso a la universidad que aspiras. Colegio, Preuniversitario, estudio organizado y sistemático, presión, estrés (“quizás”)… esos son los ingredientes que el próximo año me acompañaran desde el primer día, y serán un gran apoyo moral hasta llegar al “día D” donde me enfrentare ante la prueba malvada, aunque suene irónico, pero es verdad. Esa será la gran meta del próximo año y tendré que hacer meritos para lograr mis objetivos, pero los haré, obvio que lo haré. Siempre me he caracterizado por cumplir aquello que me propongo, por luchar hasta las últimas consecuencias por aquello que me fortalecerá y me hará sentirme realizado. También he sabido de derrotas, pero siempre levanto cabezas e intento seguir con el mismo rostro que oculta la oscuridad que me ha dañado, pero soy más fuerte, cada día más sólido. Tengo claro que dentro de los intentos también existe el sabor amargo y crudo de la derrota, aquella que nos golpea y escupe en nuestra misma cara. Espero que ese no sea mi destino porque es cruel y envenena Pero en fin, las cartas están puestas sobre la mesa respecto a la gran meta que debo enfrentar; el resultado depende solo de mi esfuerzo.
También me agrado el hecho de crear este blog, “Sacrificio Inmortal”, donde pudiera exponer aquellos escritos que me acompañan en los momentos reflexivos de mi vida. Se que muchas personas se cautelan con mis escritos y eso es lo que más me agrada ya que me da ánimos para seguir escribiendo y exponiendo mis pensamientos, como siempre lo he hecho. Espero seguir por mucho tiempo más con esta herramienta que me permite cambiar el switch de muchos otros medios tecnológicos, sin el único fin de contar anécdotas personales, no quiero decir que aquello sea malo, pero creo que la sociedad se recrea con medios que promueven la conciencia y el pensamiento colectivo. Este es un medio que me permitió desarrollar dicho talento para romper la burbuja en la cual se encuentran inmersas muchas personas. Aprovecho la ocasión para desearles felices fiestas a todos mis lectores que vagabundean por el mundo inmortal.

My sacrifice inmortal

martes, 18 de diciembre de 2007

Intoxicado


Voy con el auto a toda velocidad dejando atrás toda mi mala fama, mi tristeza, mi agonía. No puedo olvidar todo el mal que les he hecho a muchas personas que me han acompañado en mí andar y me han brindado sus sabios consejos. ¿Y yo?... Bueno, yo les di la espalda y les clave el cuchillo oxidado para no borrar jamás la herida de sus cuerpos, para que no se olviden de este extraño, pero amable servidor, cuyo nombre jamás será sacado de su mente, o al menos eso creo. No puedo negar que el mundo lo tengo en mis manos, sentir como el aire golpea mi rostro, mis cabellos queriendo volar al mismo infierno y el auto no se detiene, y avanza sin pedirle permiso a nada, ni a nadie. Estoy solo, bueno prácticamente solo porque casi ningún auto se ve en mi pista; muchos metros más, adelante mío, veo a un par de chicos que al parecer tuvieron un problema con el auto, pareciera que se les reventó un neumático. Bajo la velocidad para indagar respecto a su problema, paso lentamente por el lado de ellos, los observo por un momento y en sus rostros pareciera que ha despertado una pequeña luz de alegría (su salvación). Es por esto que no dudan en pedirme ayuda mientras me miran agotados, el sudor les recorre lentamente sus cuellos; no lo pienso dos veces, acelero el auto a toda velocidad y dejo que se pudran en medio de este caluroso verano que parece interminable. Si te he visto no me acuerdo; miro por el espejo y veo que los chicos me miran un tanto molesto mientras me hacen algunos gestos morbosos cautelosamente. Me río silenciosamente mientras pienso en lo malo que he llegado a ser en este último tiempo, y no encuentro razón lógica, simplemente vueltas de la vida. Incluso me dan ganas de retroceder el automóvil para ir a encararlos y dejarles en claro que nadie me hace desprecios. Pensar que incluso deje sola a mi mujer, a mi puta mujer, porque no le basto el solo hecho de dejarme solo e irse a cambiar con el otro malcriado; me engaño, esto esta claro. Se río en mi propia cara, y apenas supe de aquello no dude en irme a la misma mierda, pero de todas formas le deje mi herencia para ella sola donde seguramente hará el amor con su queridísimo y sensato amante, donde mi herencia se vera manchada con hedor social de cuanto estúpido entre y salga de mi casa. Y así fue como no dude en acelerar este automóvil para avanzar y avanzar, sin retroceder…
He avanzado sin preocuparme si quiera donde estoy, mi polera ya se encuentra muy húmeda con mi transpiración y el olor ya se comienza a hacer deplorable. Veo una bomba de bencina y detengo ferozmente la velocidad de mi auto, exhala un feroz sonido y eso me hace sentir realizado, me hace sentir como el huevón más grande de este planeta tierra, y en realidad no se por qué. Avanzo lentamente para introducirme a tan pequeño y nefasto local, detengo el auto mientras suspiro lentamente.
- Buenos días. Veinte mil de la 97 por favor.
- ¿Va a pagar con tarjeta CMR?.
- No.
Aprovecho de observar el paisaje que me rodea mientras; el sudor se desliza en mi cuerpo, y eso me hace sentir deplorable, ordinario, resentido. Miro un pequeño cartel que indica la venta de algunos refrescos. Se termina de llenar el estanque.
- Aquí tiene - le digo mientras comienzo a sacar los veinte mil pesos de mi billetera que se encuentra vieja, arrugada, desechable. Igual que yo.
- Gracias.
- Una preguntita, ¿en que lugar me encuentro?
- “Peor es nada”
- Ok. Muchas gracias.
El nombre de semejante lugar me quedo dando algunos vueltas en mi cabeza por mucho tiempo. Se asemeja con la situación que estoy viviendo, de eso no caben dudas; quizás este sea el lugar donde deba permanecer por el resto de mis días. Tengo el dinero necesario para sobrevivir a lo menos 2 años o incluso más. Y pensar que ayer me encontraba como una verdadera máquina, siguiendo la rutina de todos los santos días: trabajando y ganando dinero con el sudor de mi frente para poder mantenerme en pie; y ahora me encuentro acá: sudando, pero sin hacer absolutamente nada, solo avanzar y avanzar sin limitarme a recorrer mi camino pasado. Manejando una máquina. Me siento solo en medio de todo un paraíso, aunque lo daría todo con tal de no volver al pasado; definitivamente ya me olvide de él y lo asesine hace algunos días atrás, no volveré a sentir los gestos deshonrosos de todas las escorias que me rodean y que me verán volviendo como todo un perro arrepentido, y ellos serán los responsables de hacerme sobrevivir con huesos. ¿Es digno para un ser tan magnánimo como yo?, ¿realmente nací para eso?, definitivamente no. No, yo no soy de ese tipo de personas. Si tome una decisión la asumo como siempre lo he hecho, y nunca me arrepiento porque simplemente siempre hago lo correcto. Dejo de lado mis reflexiones por culpa de mi celular que comienza a vibrar de forma certera, lo observo levemente: 9 llamadas pérdidas de mi hermano. Quizás que quiera este huevón, tratará de convencerme que vuelva a la famosa ciudad del infierno, y no me extrañaría que lo hiciera. Sigo mi camino sin tomarle atención a mi celular que suena y suena, pareciera que mi hermano no se aburre y persiste vanamente en comunicarse conmigo. Pienso que sinceramente puede ser algo importante, quizás la muerte de mi puta esposa, de mi madre, de mi padre, por tanto decido contestar.
- ¿Dónde mierda estas?
- En plena carretera viviendo la verdadera vida.
- ¿Pero en que país?
- En Chile, huevón. “Peor es nada”
- Acá están todos apestados contigo. La cagaste. Tienes a todos con los nervios de punta, están todos asustados. Puta que eres imbécil. Muy, pero muy huevón.
- ¿Me llamaste para insultarme?, si es eso mejor cuelgo.
- Que has hecho, entonces.
- Recorrer, ¿y tu?
- Andaba en el centro con unos amigos; todos te echan de menos huevón.
- Ah.
- ¿Estas con una mina?
- No.
- ¿Andas solo?
- Sí, no me queda otra.
- ¿No te da lata?
- No, es menos malo de que me imaginaba. Además, me guste o no me tengo que acostumbrar… ¿Y que onda el papá?
- El siempre te defiende, típico. Es él único que esta de tu lado, y que sinceramente apoya tu decisión. Deberías volver y arreglar todos tus problemas, afrontarlos como hombre.
- No puedo. Vos te salvaste, yo no.
- No hables de aquello que no sabes.
- Eres el primer y único huevón que tiene y tendrá el agrado de conversar conmigo.
- Todos aquí están prácticamente locos. Todos dicen que eres un pobre pendejo, tienes a todos tus amigos preocupados.
- Tengo ganas de jalarme su gramito. Es lo que más hecho de menos.
Me encuentro detenido en la carretera mientras converso con mi hermano, tengo ansias de preguntarles por la bastarda de mi esposa, pero me aguanto las ganas. Espero que el saque el tema.
- ¿Y alguna novedad por esos lados?
- La Cata me llamó preocupada, me preguntaba si sabía de ti.
- ¿La Catalina?
- Tu ex mujer.
- Sé quien es. En todo caso, y eso es lo más preocupante y raro, no la puedo sacar de mi mente. Trato, pero no puedo.
- Catalina converso con la mamá. Le dijo que se siente enfadada.
- ¡Jajaja! No puede ser más sarcástica.
- Piensa vender la herencia.
- Ningún problema, pero que me deposite lo que me corresponde en mi cuenta. Así puedo seguir viviendo y recorriendo el mundo.
- Huyendo
- ¿Le contó que se acostó mil veces con el otro huevón?
- No creo. Ahora anda con…
- ¿Con quién?
- Da lo mismo hermano.
- Dime.
- Con el tipo que conoció en el Caribe. ¿Te acuerdas?
- La huevona puta. En todo caso era un hecho que me iba a engañar.
- Lucha por ella…
- ¿Perdón? No hables huevadas porque sino te corto ahora mismo.
- Tranquilo boludo, tranquilo.
- No hables como argentino huevón.
- ¿Entonces no regresas pibe?
- No huevón. De todas formas no me estoy perdiendo de nada.
Corto y ahora simplemente me limito a encender mi automóvil. Parto hacia donde me lleve el mundo para seguir olvidándolo todo. Para huir de todo este maldito cuento que definitivamente me tiene intoxicado.


My sacrifice Inmortal